¿Una buena noche de sueño para su adolescente autista? Consejos

  Como psicóloga infantil y cuidadora de un familiar autista, entiendo lo importante que es el sueño para el bienestar de su adolescente autista. Dormir lo suficiente es la piedra angular de la salud mental. Que un adolescente autista no duerma puede provocar directamente una serie de afecciones de salud física y problemas emocionales y de comportamiento.Desafortunadamente, los problemas de sueño son comunes entre los adolescentes con un diagnóstico de trastorno del espectro autista. Los problemas de procesamiento sensorial, la ansiedad y las dificultades con las transiciones pueden contribuir a los problemas del sueño. En este artículo, exploraré por qué los adolescentes autistas pueden tener dificultades para dormir y las consecuencias de dormir mal. Lo más importante es que recomendaré estrategias efectivas para mejorar sus hábitos de sueño.

¿Por qué su adolescente autista no duerme?

Voy a repasar algunas áreas con las que las personas autistas suelen tener dificultades a la hora de dormir. No todos se aplicarán a su hijo. Mientras lee, tome nota de qué áreas podrían estar contribuyendo a los trastornos del sueño de su hijo. Esto le ayudará a la hora de decidir qué estrategias probar.

También recomiendo llevar un diario de sueño con su hijo o utilizar mi rastreador de sueño gratuito. Cuando nos enfrentamos a todo tipo de problemas de sueño, es realmente vital prestar atención a los pequeños detalles y hacerlos bien para que podamos crear una rutina de sueño individualizada y saludable.

Problemas de procesamiento sensorial

¿Su hijo duerme toda la noche o se despierta con frecuencia?

Los problemas de procesamiento sensorial pueden afectar la capacidad de su adolescente autista para conciliar el sueño y permanecer dormido durante toda la noche.

Es posible que se despierten con frecuencia debido a la incomodidad causada por la información sensorial que reciben mientras duermen. Esto podría incluir sentir la textura áspera de sus sábanas o que la temperatura de la habitación sea demasiado cálida o demasiado fría. También pueden tener dificultades para sentir ciertas telas, etiquetas o costuras en su ropa o ropa de cama. En algunos casos, incluso la sensación del colchón o la almohada puede causar un problema sensorial que afecta la calidad del sueño.

Si su adolescente se despierta por un estímulo sensorial, como un ruido repentino, es posible que le lleve más tiempo calmarse y volver a dormir bien por la noche. Por ejemplo, un auto que toca la bocina afuera podría asustar a su adolescente y ponerlo nervioso. Incluso un cambio de temperatura o un cambio repentino en la posición de su cuerpo puede ser perturbador e impedirles dormir profundamente. Estas alteraciones sensoriales pueden interferir con los ciclos de sueño saludables.

Las interrupciones más pequeñas pueden tener un impacto significativo en la salud física y mental de su adolescente, incluyendo fatiga, somnolencia diurna, irritabilidad, cambios de humor y dificultad para concentrarse y prestar atención.

Por supuesto, las sensibilidades sensoriales a menudo también impiden que su hijo se duerma. Los niños autistas a menudo se sienten estresados ​​cuando intentan quedarse dormidos porque sus sentidos están intensificados y algo no les “siente bien”.

Estudio de caso: Dan

Dan, de catorce años, ha estado luchando por conciliar el sueño y permanecer dormido por la noche. Siempre ha tenido problemas sensoriales y es extremadamente sensible al ruido y a los cambios de temperatura. Los padres de Dan notaron que a él le toma más tiempo conciliar el sueño que a otros y se despierta varias veces durante la noche. Esto ha provocado una falta crónica de sueño y un aumento de la ansiedad durante el día.

Siente que necesita un silencio total para conciliar el sueño y lucha con el ruido de fondo. También suele sentir demasiado calor en su dormitorio y le resulta difícil ponerse cómodo. Estos problemas sensoriales hacen que a Dan le resulte difícil relajarse y conciliar el sueño, lo que genera un mayor estrés y agotamiento para él y su familia.

Para ayudar a Dan a controlar sus problemas sensoriales y mejorar la calidad de su sueño, sus padres consultaron con un psicólogo infantil que se especializa en autismo y trastornos del procesamiento sensorial. El psicólogo recomendó varias estrategias para ayudar a Dan a sentirse más cómodo y relajado en su entorno de sueño. Sugirieron usar una máquina de ruido blanco para bloquear cualquier sonido de fondo, así como ajustar la temperatura de su habitación mediante el uso de un ventilador o aire acondicionado. Los padres de Dan también invirtieron en un cubrecolchón refrescante para ayudar a regular su temperatura corporal y mantenerlo cómodo.

Con estas estrategias implementadas, el sueño de Dan ha mejorado significativamente. Ahora se duerme más rápido y se despierta con menos frecuencia durante la noche, lo que mejora su salud física y mental y la de su familia. Al identificar y abordar sus problemas sensoriales, los padres de Dan pudieron ayudarlo a crear un ambiente de sueño relajante que promueva un sueño reparador y un mejor bienestar general.

Ansiedad y estrés

La ansiedad es común en los adolescentes autistas por varias razones. En primer lugar, ser autista en un “mundo neurotípico” puede causar estrés y ansiedad significativos debido a diferencias en la comunicación social, el procesamiento sensorial y la adaptación a los cambios de rutina. Los adolescentes autistas pueden sentirse abrumados por su entorno, tener dificultades para mantenerse al día con las señales sociales neurotípicas o experimentar una sobrecarga sensorial, lo que puede provocar ansiedad y estrés.

Además de esto, muchos adolescentes autistas pueden tener dificultades para identificar y gestionar sus emociones. Esto puede provocar una acumulación de estrés que tiene una gran influencia en el sueño. Cuando su adolescente se siente estresado, su cerebro se encuentra en un estado de hiperexcitación, lo que dificulta relajarse y conciliar el sueño. También pueden experimentar pensamientos en forma de bola de nieve, preocupación y síntomas físicos como palpitaciones, sudoración y tensión muscular que pueden interferir aún más con el sueño.

La ansiedad a menudo implica un patrón de pensamiento negativo y cavilación, lo que puede dificultar que su adolescente apague sus pensamientos y duerma. Esto puede hacer que permanezcan en la cama durante horas, sin poder conciliar el sueño, o que se despierten con frecuencia durante la noche con pensamientos acelerados.

Sobreestimulación

Los adolescentes autistas suelen tener diferencias en el procesamiento sensorial, lo que significa que pueden ser más sensibles a los estímulos sensoriales, como ruidos fuertes o luces brillantes. Cuando están sobreestimulados, sus cerebros pueden estar en un estado de hiperexcitación, lo que les dificulta entrar en esa fase esencial de somnolencia previa al sueño.

La sobreestimulación también puede provocar síntomas físicos como dolores de cabeza, fatiga y tensión muscular, que pueden interferir aún más con el sueño. Además, si su adolescente experimenta sobreestimulación por la noche, esto puede alterar su ritmo circadiano natural, de modo que las señales naturales del sueño se desregulan y el cuerpo no puede distinguir fácilmente entre el tiempo de sueño y el tiempo de vigilia.

Dificultad con las transiciones

Las transiciones pueden ser particularmente desafiantes para los adolescentes autistas. A menudo tienen dificultades relacionadas con el funcionamiento ejecutivo y la velocidad de procesamiento. Esto puede dificultarles el paso de una tarea o entorno a otro, y pueden experimentar ansiedad, frustración o sobrecarga sensorial durante estas transiciones.

Estos desafíos con las transiciones también pueden contribuir a las dificultades para dormir. Por ejemplo, si su adolescente tiene dificultades con las transiciones, es posible que tenga dificultades para relajarse y hacer la transición a una rutina a la hora de acostarse. También pueden experimentar ansiedad acerca de las próximas transiciones que pueden mantenerlos despiertos por la noche.

Estudio de caso: Álex

Alex es una chica de dieciséis años que siempre ha luchado con las transiciones. Sus padres notaron que a ella le resulta difícil pasar de una actividad a otra y que se pone ansiosa y frustrada cuando se altera su rutina. Este desafío también se ha extendido a su rutina de sueño, donde necesita entre 2 y 3 horas para conciliar el sueño cada noche. Le asusta la transición entre la vigilia y el sueño. Le resulta extremadamente difícil seguir una rutina antes de acostarse, como cepillarse los dientes y ponerse el pijama.

Los padres de Alex han intentado implementar una rutina constante a la hora de acostarse para ayudarla a conciliar el sueño, pero incluso con esta rutina, Alex todavía tiene dificultades para calmarse por la noche. Han notado que se vuelve cada vez más ansiosa y agitada a medida que se acerca la hora de acostarse, y que a menudo se levanta y se baja de la cama varias veces antes de finalmente quedarse dormida.

Una posible explicación de las dificultades para dormir de Alex son sus dificultades con las transiciones. Aunque tiene una rutina constante a la hora de acostarse, la transición de estar despierta y ocupada a tranquilizarse para dormir aún puede resultarle difícil de manejar. Esto puede provocar ansiedad y sobrecarga sensorial, lo que le dificulta relajarse y conciliar el sueño.

Para abordar las dificultades para dormir de Alex, sus padres están trabajando con su terapeuta para desarrollar estrategias para controlar las transiciones y reducir la ansiedad a la hora de acostarse. Están explorando técnicas de relajación basadas en los sentidos, como la respiración profunda y la relajación muscular progresiva, para ayudarla a calmar su mente antes de acostarse. También están implementando un cronograma visual que traza los pasos de su rutina antes de acostarse, para que sepa qué esperar y pueda prepararse para la transición al sueño. Con estas estrategias implementadas, los padres de Alex tienen la esperanza de poder ayudarla a controlar sus dificultades para dormir y descansar lo que necesita para prosperar.

Comportamientos repetitivos

Para algunos jóvenes autistas, es necesario que se produzcan rutinas obsesivas o comportamientos repetitivos antes de irse a dormir. Por ejemplo, es posible que sea necesario disponer cuidadosamente la ropa de cama de una determinada manera. Los comportamientos o rutinas repetitivos pueden ser una parte esencial del proceso, ayudando a su hijo a sentirse seguro y protegido. Sin embargo, banderas rojas tener en cuenta incluyen lo siguiente:

  • La rutina o el comportamiento repetitivo tarda más de unos minutos en completarse.
  • La rutina se está volviendo notablemente más larga o más compleja de completar.
  • Su hijo se angustia mientras completa la rutina o el comportamiento repetitivo.

Si las rutinas o los comportamientos repetitivos comienzan a tener un impacto negativo en el bienestar y/o el sueño de su hijo, considere si el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) es un factor. Si es así, hable con su médico ya que su adolescente necesitará apoyo terapéutico. Una variedad de proveedores de atención médica, como psicólogos clínicos y terapeutas de TCC, pueden ofrecer terapia para el TOC. El TOC puede agravarse rápidamente, por lo que la intervención temprana es importante.

¿Cuáles son las consecuencias de dormir mal para su adolescente autista?

Ánimo

El sueño es esencial para regular las emociones y su privación puede ser particularmente problemática para los adolescentes autistas. Cuando su adolescente no duerme lo suficiente, su estado de ánimo puede volverse más volátil, provocando irritabilidad, cambios de humor y arrebatos emocionales.

La capacidad de su adolescente para regular sus emociones también puede verse comprometida, lo que genera mayores niveles de estrés y ansiedad. Como resultado, pueden retraerse socialmente, experimentar dificultades para comunicarse y tener un umbral más bajo de frustración.

Salud mental

Los efectos de la privación crónica del sueño en la salud mental pueden ser particularmente preocupantes. Por ejemplo, la depresión y la ansiedad pueden empeorar si su adolescente no duerme lo suficiente. La incapacidad para afrontar los factores estresantes cotidianos es un factor que contribuye al ciclo de falta de sueño y empeoramiento de los síntomas de salud mental.

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