El Imperio Romano ha sido clasificado como quizás el imperio más grande del mundo antiguo. Algunos incluso han llegado a afirmar que se trata del imperio más grande de la historia de la humanidad. Los romanos eran increíblemente patrióticos y estaban orgullosos de su vasto imperio. Esto los llevó inevitablemente a compararse con los que les habían precedido.
Como escritor de esa época, Virgilio no era inmune al patriotismo romano. En su Eneida, Virgilio destaca la comparación entre los romanos y sus predecesores culturales, los griegos. Establece paralelos literarios con Homero para enfatizar su punto. Los personajes de Eneas y Odiseo son microcosmos de sus respectivas culturas. A través de una comparación del héroe Eneas con el héroe Odiseo, Virgilio muestra que los romanos son la cultura superior.
En el Eneida y el Odisea, Eneas y Odiseo emprenden un viaje paralelo con el objetivo final de regresar (en el caso de Eneas, establecer) un hogar. Sin embargo, a lo largo de sus viajes, las acciones de los dos héroes son muy diferentes.
Eneas encarna el valor romano del deber. Los dioses le asignan una tarea, que Mercurio le dice directamente: abandonar Cartago y fundar un imperio en Roma. Inmediatamente después de recibir este mensaje, Eneas está preparado para obedecer: “Cuando la dura amonestación y el mandato del cielo lo habían despertado, ahora ardía sólo para irse, para dejar atrás esa tierra de la dulce vida”. (NA 1093, 364) El instinto de Eneas es obedecer las órdenes de los dioses.
Como muestra el final de esta frase, Eneas está dispuesto a obedecer a pesar de que sabe que dejará “la dulce vida atrás”: abandonará a su amante, Dido, y la vida buena y pacífica que podría haber tenido. “Eneas, obligado por su deber, aunque luchó contra el deseo… tomó el rumbo que el cielo le dio y regresó a la flota”. (NA 1097, 520-526) Eneas sacrifica su felicidad personal –su vida privada– por el bien de su pueblo y su deber público.
Odiseo, por otra parte, no se deja llevar por ningún sentido del deber. Deja Troya para regresar a Ítaca, pero no llega a su destino durante 10 años. Incluso cuando llega, lo hace sin ningún miembro de su tripulación original. Odiseo se mueve únicamente por su propio interés y, a menudo, abandona a aquellos con quienes está en deuda y de quienes es responsable. Se desvía varias veces de su camino: en la isla de los Cíclopes, con Circe y con Calipso, poniendo en peligro a sus seguidores y traicionando a su esposa que lo espera.
Odiseo sólo regresa a Ítaca y a su esposa por orden de los dioses, cuando se ha saciado de felicidad con Calipso. Todas las acciones de Odiseo están impulsadas por el interés propio; antepone su vida privada a su deber público, rasgo particularmente aborrecido por los romanos. Así, Virgilio utiliza la comparación del sentido del deber de Eneas con el interés propio de Odiseo para impulsar la cultura romana más allá de la griega.
Las obras de Homero forman parte del ciclo troyano y representan dos temas principales: la Ilíada es la guerra, y el Odisea es un viaje. Virgilio toma estos dos conceptos y los combina en el Eneida, que es un viaje seguido de una guerra. Sin embargo, el Eneas de Virgilio y el Odiseo de Homero abordan la guerra de maneras muy diferentes.
Eneas lucha por el futuro, por crear un imperio para su hijo y por continuar el legado de Troya. Como le explica a Dido, «el gran salón de Príamo debería volver a estar en pie». (NA 1095, 449-450) Eneas lucha por un propósito mayor que él mismo. Como le dice su padre en el Inframundo: «Qué glorias seguirán a las generaciones Dardan en los años venideros, y de sangre italiana qué hijos famosos de tu linaje vendrán, almas del futuro, que vivirán en nuestro nombre». (NA 1120, 619-622)
Eneas sabe que sus batallas están destinadas a beneficiar a otros, lo acepta y lucha más duro por ello. A diferencia de Eneas, Odiseo lucha por sí mismo, para satisfacer sus propios intereses. A lo largo de su viaje, Odiseo se involucra deliberadamente en el conflicto para alcanzar la gloria para sí mismo. En la isla de los Cíclopes, Odiseo podría haber evitado el conflicto con Polifemo y la eventual venganza de Poseidón, si no hubiera estado tan concentrado en la gloria personal.
Incluso una vez que ha reclamado su casa a los pretendientes, Odiseo considera oportuno matarlos a todos a pesar de su rendición y oferta de compensación: “Ni por todo el tesoro de vuestros padres… tomaría mi mano. Habrá matanzas hasta que se pague la cuenta”. (NA 496, 61-64) La motivación de Odiseo hacia los pretendientes era su propia venganza, no sólo la salvación de su esposa.
El beneficio para los demás a través de las acciones de Odiseo es simplemente un subproducto de su propio beneficio personal; Nunca es lo primero en su mente luchar por la causa de los demás, ya que siempre está centrado en su propio interés. Eneas libra sus batallas por los demás, por el futuro y, en última instancia, por crear. Odiseo lucha por sí mismo y el resultado siempre es destrucción.
Virgilio usa esto como metáfora de la comparación entre culturas. Roma se centra en un propósito mayor y crea la construcción de un vasto imperio y la creación de una enorme cultura unida; Considerando que Grecia es egoísta y destruye: el saqueo de Troya seguido de la destrucción interna de la guerra del Peloponeso.
Hay una razón por la que las figuras se vuelven grandes en la historia de una cultura. Estos héroes infames a menudo encarnan el ideal de esa cultura, los valores que más desea defender y la imagen que quiere presentar. Comparar a los héroes de una cultura es comparar las culturas mismas, y en palabras de Virgilio Eneida, él es capaz de hacer precisamente eso.
Compara a su héroe Eneas, padre de Roma, con el griego Odiseo, y siempre –especialmente desde la perspectiva romana– Eneas es el vencedor. Eneas es el héroe romano ideal y, en muchos sentidos, también ha influido mucho en nuestras nociones contemporáneas de héroe. El triunfo comparativo de Eneas sobre Odiseo es la declaración que hace Virgilio del triunfo de la cultura romana.