¿Qué es la crianza reactiva?
La crianza reactiva se puede definir como: Permitir que nuestras propias emociones en el momento controlen las respuestas y decisiones que tomamos al interactuar con nuestros hijos.
Nuestra reacción inicial no siempre es la más apropiada o útil. Cuando reaccionamos, somos secuestrados por nuestras emociones y no podemos elegir el mejor curso de acción o el más eficaz.
No podemos ver la perspectiva del niño porque estamos consumidos por la emoción.
Esto puede llevarnos a arrepentirnos una vez que nos calmamos.
Sin embargo, no siempre estamos muy excitados cuando reaccionamos. A veces reaccionamos por costumbre. Decimos “no” o damos una determinada respuesta porque nuestro cerebro se ha acostumbrado a hacerlo y lo hemos aceptado sin reflexionar.
Seguimos reaccionando con emociones en lugar de un enfoque reflexivo. Esto a veces está bien.
Si su hijo de 12 años le pide quedarse despierto y ver una película a las 10 p. m. en una noche escolar, está bien tener una respuesta estándar si tiene una regla clara (no ver televisión tarde en la noche en una noche escolar) que haya sido pensada detenidamente. por adelantado.
A veces, sin embargo, necesitamos controlar nuestras reacciones y asegurarnos de que estamos respondiendo de una manera que nos beneficie a nosotros y a nuestros hijos. Las relaciones sanas entre padres e hijos requieren cierto grado de flexibilidad, ¡así como reglas y límites!
La crianza reactiva nos afecta a todos
Todos somos «culpables» de ser padres reactivos a veces. ¡Los buenos humanos a menudo toman malas decisiones!
No importa cuánto intentemos ser los mejores padres posibles, la vida pasa y no siempre podemos responder de la manera ideal. Sin embargo, un estilo de crianza reactivo no debería ser nuestra forma dominante de responder a nuestros hijos.
¿Por qué es dañina la crianza reactiva?
La crianza reactiva puede contribuir a generar sentimientos de vergüenza o fracaso en usted como padre. Puede hacer que su hijo se sienta resentido o incomprendido y produzca sus propias respuestas negativas.
La paternidad reactiva no es la mejor manera de desarrollar una relación saludable con su hijo, especialmente si es sensible. Tampoco es la forma más efectiva de fomentar un comportamiento positivo en su hijo o controlar las “conductas problemáticas”. Modela un estilo de interacción de confrontación que no siempre es la mejor manera para que su hijo se comunique con los demás.
Antídotos contra la crianza reactiva
Quizás estés pensando, ¿cómo puedo ser menos reactivo? Es un proceso gradual. Voy a ayudarte a desarrollar algunas tácticas nuevas.
Para que se produzca un cambio real, es necesario trabajar para calmar el sistema nervioso. Se necesita un sistema nervioso descansado para la exigente tarea de mantener la calma y tomar decisiones parentales eficaces.
¿Qué es la crianza no reactiva?
Aquí están mis cinco «antídotos» principales contra la paternidad reactiva. Estos métodos conducen a una “paternidad no reactiva”, también definida como paternidad receptiva. La paternidad no reactiva/crianza receptiva consiste en estar presente en el momento para contener las emociones de su hijo y responder de manera útil a sus necesidades.
- Descansa y duerme
- Planificación/reglas básicas
- Estrategias de atención plena
- Postura y tono de voz.
- Conocimiento
1. Descansar y dormir
¿Se siente constantemente cansado? ¿Quizás tienes “niebla mental” o lentitud mental? Es posible que no esté durmiendo lo suficiente y que esté dedicando demasiado tiempo a sus días, sin suficiente tiempo de inactividad.
La falta de descanso y sueño contribuye a una crianza reactiva. Su cerebro está estirado al máximo y no tiene la oportunidad de recuperarse completamente descansando y durmiendo lo suficiente.
Por su propia salud y el bien de sus relaciones familiares, algo debe cambiar.
Podrías empezar con un pequeño paso en la dirección correcta.
El estudio de caso siguiente es un ejemplo de un paso pequeño pero eficaz.
Andrea, una madre soltera con dos hijos adolescentes, descubrió que a medida que avanzaba cada semana, todos los miembros de la familia se cansaban y se ponía de mal humor. Llevaban mucho tiempo atrapados en un círculo vicioso.
Estaban tan cansados que se sentaban frente al televisor o a sus teléfonos para relajarse, y luego estaban demasiado cansados para empezar a prepararse a tiempo para ir a dormir. Todos estaban despiertos mucho después de medianoche y tenían que levantarse a las 7.
Andrea se volvió cada vez más ágil y reactiva hacia el final de la semana.
Decidió que algo necesitaba cambiar. Así que planeó que los miércoles, a mitad de semana, todos pudieran dormir más temprano. Andrea apagaba la televisión a las 9, se bañaba y aspiraba a estar en la cama a las 10.
Animó a sus hijos a hacer lo mismo y les recordó que ayudaran.
Andrea descubrió que acostarse temprano los miércoles marcaba una diferencia instantánea. Estaba más descansada y su cerebro pudo tomarse el tiempo para responder con calma cuando sus hijos la molestaban, en lugar de reaccionar en el momento.
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2. Planificación/Reglas básicas
Si tenemos un plan, no necesitamos pensar rápidamente. Podemos ser proactivos en lugar de reactivos, dando forma a nuestras interacciones de la manera que NOSOTROS elijamos.
Las reglas básicas son importantes para los niños pequeños, pero son vitales para criar a niños mayores y adultos jóvenes.
Nuestros hijos mayores están explorando la identidad y volviéndose cada vez más independientes de nosotros. Es inevitable que pongan a prueba los límites y esto es una parte normal del crecimiento.
Trate de establecer sus reglas básicas como familia. Quiere que cada miembro de la familia acepte las reglas. El establecimiento de límites es un aspecto importante de la paternidad proactiva; elegir la “cultura” y el tono de la vida familiar.
Una vez que haya establecido sus reglas, asegúrese de que haya recordatorios visuales y coloridos en su casa (consulte un ejemplo a continuación).
Luego reflexiona sobre cómo vas a “interactuar” con cada regla.
¿Cómo va a ayudar a su hijo a seguir la regla? ¿Qué vas a hacer cuando ellos trabajen muy duro para seguirlo? ¿Qué vas a hacer cuando no sigan la regla? Si decide de antemano, es mucho menos probable que reaccione.
3. Estrategias de atención plena
La atención plena está muy mal entendida. Mucha gente piensa que el mindfulness es meditar en silencio con las piernas cruzadas. Esto desanima a muchos padres.
La realidad es que el mindfulness es una forma de vida –una forma de ser– que puede mejorar drásticamente la relación con tus hijos.
Mindfulness es prestar atención en el momento presente. No podemos hacer esto todo el tiempo, pero si lo practicamos regularmente podemos estar más presentes para nosotros y nuestros hijos.
Hay muchos estudios de investigación que demuestran que realizar prácticas de atención plena con regularidad puede reducir el estrés, la ansiedad y la depresión y mejorar la concentración.
La atención plena enseña a responder en lugar de reaccionar. Responder significa elegir nuestro enfoque, en lugar de reaccionar en piloto automático. Nos permite ese milisegundo extra para considerar las posibles consecuencias de nuestras acciones e imaginar la perspectiva del niño.
Aquí hay un estudio de caso:
Andrew había notado que a menudo respondía a sus hijos de una manera dura, sarcástica o enojada, de la que luego se arrepintió.
Andrew sintió que el estrés laboral estaba afectando sus relaciones en el hogar. Quería encontrar una manera de romper el patrón de interacciones negativas y sabía que necesitaba hacer un cambio fundamental.
Andrew comenzó a leer sobre mindfulness y comenzó a escuchar una pista de audio de una guía de mindfulness de 10 minutos de camino al trabajo todas las mañanas. Esta práctica repetitiva le ayudó a ser más consciente de todas sus interacciones, no sólo con sus hijos sino también con amigos y colegas. Condujo a una crianza más consciente.
Andrew pudo reconocer casos de crianza reactiva y presionar un botón de pausa en su mente, ganando tiempo para implementar diferentes formas de manejar el comportamiento de sus hijos.
Si nunca antes ha probado la atención plena, este sitio web del Dr. Danny Penman contiene algunos audios gratuitos para ayudarle a comenzar.
4. Postura y tono de voz
¿Sabías que alterar deliberadamente tu postura y tu tono de voz puede hacerte sentir más tranquilo y menos reactivo? Se trata de cambios sencillos que pueden tener un efecto casi instantáneo.
Aquí hay un estudio de caso para ilustrar lo que quiero decir:
Lindsay estaba frustrada por el comportamiento de su hija de 16 años. Sentía que su hija la daba por sentado, esperaba que le trajeran la comida a su escritorio y nunca ayudaba con las tareas del hogar. A menudo sentía que su hija le hablaba como si fuera una sirvienta y no su madre.
Lindsay regularmente se encontraba «enfrentándose» a su hija, mirándola de frente con los puños cerrados y los hombros levantados. A menudo terminaban en amargas discusiones con voces enojadas y crecientes.
Lindsay sabía que este era un patrón poco saludable y quería hacer un cambio. La próxima vez que se sintió enojada con su hija, decidió respirar profundamente tres veces antes de responder. Cada respiración profunda calmó su sistema nervioso y le dio tiempo para decidir una respuesta, en lugar de reaccionar instantáneamente.
Tomó la decisión consciente de no mirar a su hija de frente, sino sentarse a su lado. Ella dejó claros sus sentimientos pero logró que su tono de voz fuera más neutral, para que las defensas de su hija no se elevaran.
Después de una discusión más tranquila, la hija de Lindsay se disculpó por su comportamiento y se comprometió a ayudar un poco más.
Mi artículo, Cómo mantener la calma con su hijo, contiene más ejemplos de estrategias prácticas en el momento para mantener la calma.
5. Perspicacia
Estás aquí, ahora mismo, leyendo esto. Eso significa que está trabajando para desarrollar su conciencia y comprensión sobre sus reacciones como padre. Sigue haciendo exactamente lo que estás haciendo. Nunca dejes de reflexionar sobre tus habilidades como padre. ¡Lo estás haciendo genial!
En lugar de una crianza reactiva, ¿a qué deberíamos aspirar?
Lo opuesto a la crianza reactiva es la crianza proactiva, receptiva y (en última instancia) pacífica. Por supuesto, deberíamos reflexionar con frecuencia sobre cómo ser mejores padres, reconociendo al mismo tiempo nuestros esfuerzos y lo difícil que es.
Pero no es saludable aspirar a ser un “padre perfecto”, por las siguientes razones:
- Nos presionamos demasiado y nos preparamos para fracasar. No existe un padre perfecto.
- Les mostramos a nuestros hijos que la perfección, en lugar de ser “suficientemente bueno”, es algo a lo que debemos aspirar.
- Los niños necesitan aprender que las personas no siempre responden de la manera ideal. Necesitan aprender a interactuar exitosamente con los demás, incluso cuando crean que los demás los tratan injustamente. Les estás enseñando a hacer esto.
Crianza reactiva versus crianza receptiva
Nadie es un padre reactivo todo el tiempo, ni un padre receptivo todo el tiempo. El secreto es trabajar para aumentar su capacidad de respuesta, de modo que responda con más frecuencia de lo que sea reactivo.
Ejemplos de crianza receptiva:
- Los padres receptivos pueden reflexionar sobre sus errores y planear hacer las cosas de manera diferente la próxima vez.
- Los padres receptivos incorporan comentarios constructivos sobre su crianza, incluidos los de sus hijos.
- Los padres receptivos practican la habilidad de hacer una pausa antes de reaccionar.
- Los padres receptivos se centran en escuchar e impartir conocimientos a sus hijos.
Cambia tus porcentajes
La vida pasa. La crianza receptiva no es un juego de todo o nada. De la misma manera que los expertos recomiendan que comamos alimentos saludables el 80% del tiempo, veamos si podemos aspirar a ser padres receptivos el 80% del tiempo.
Cual es tu…