Todos somos humanos y ninguno de nosotros lo hace bien el 100% del tiempo. Si su hijo tiene una crisis nerviosa o un arrebato, usted no es un mal padre.
Puede que no hubiera nada que pudieras haber hecho para evitarlo. Puede haber sido causado por un cambio inesperado o una información sensorial abrumadora, o muchas otras cosas.
Sin embargo, hay varias acciones que puedes evitar para contener y gestionar mejor las emociones fuertes de tu hijo.
Crisis infantiles: objetivo de difusión
Es importante disipar el arrebato o la explosión lo más rápido posible y es vital tratar de regular sus propios sentimientos fuertes.
Le está enseñando a su hijo a calmarse y a actuar como un modelo a seguir a largo plazo.
Hay ciertas acciones que tendrán el efecto contrario, que describiré a continuación.
Este artículo le ayudará si su hijo tiene una crisis o un arrebato y complementa mi artículo anterior sobre cómo prevenir las crisis.
Primero, cubramos brevemente algunos conceptos básicos…
¿Qué causa las crisis o arrebatos emocionales?
Las crisis y arrebatos emocionales son una parte normal del desarrollo infantil en los niños pequeños. Es de esperar que los niños pequeños tengan rabietas.
Son una señal de que los niños pequeños están desarrollando gustos y disgustos y aprendiendo a expresarse.
Más allá de las rabietas de los niños pequeños, las crisis y los arrebatos también son comunes en los años preescolares y en los primeros años de la vida escolar, especialmente en los niños autistas o con otras necesidades especiales.
Las causas incluyen:
- Falta de habilidades lingüísticas apropiadas para expresar una necesidad o deseo.
- Abrumamiento sensorial que conduce a un colapso sensorial.
- Expectativas que no se corresponden con la realidad o cambios repentinos e inesperados.
- Adaptarse a cambios significativos en la vida, como el divorcio o el duelo.
- Experiencias traumáticas.
- Falta crónica de sueño.
Las crisis de su hijo son simplemente una señal de que el centro emocional del cerebro ha reemplazado a la “parte pensante” subdesarrollada del cerebro: la corteza prefrontal.
Incluso en los niños mayores, emociones como el miedo o la frustración pueden ser tan grandes que inundan el sistema nervioso.
Luego desencadena una respuesta de “luchar, huir o congelarse”.
¿Cuál es la diferencia entre una crisis y un arrebato?
Los arrebatos (también conocidos como rabietas) no son lo mismo que las crisis.
Las crisis son una reacción corporal completa cuando el sistema nervioso se ve abrumado. En una crisis, su hijo puede mostrar enojo o frustración extrema, pero en su extrema angustia también puede verlo “apagarse” o distraerse.
El sistema nervioso está tan abrumado que se apaga.
Los arrebatos emocionales o los arrebatos de ira suelen ocurrir cuando un niño no tiene las habilidades lingüísticas para expresarse.
Generalmente se piensa que los niños que tienen un arrebato tienen más control sobre su comportamiento que los niños que tienen una crisis nerviosa.
Sin embargo, no tienen el control total y un arrebato puede fácilmente convertirse en una crisis.
¿Son normales las crisis infantiles?
Las crisis nerviosas son normales en niños en edad preescolar y preescolar (guardería).
Sin embargo, si las rabietas o las crisis de su hijo parecen más magnificadas que las de otros niños de su edad o más frecuentes, esto podría ser una señal de alerta de que algo está sucediendo bajo la superficie.
En los niños mayores, debería observarse una disminución en la frecuencia e intensidad de las crisis con la edad. Si le preocupa, es una buena idea llevar un diario del comportamiento de su hijo.
Si las crisis o arrebatos de su hijo tienen un impacto significativo en su vida familiar o en su vida diaria en la escuela, es necesario comprender la causa fundamental.
Su hijo puede requerir una evaluación por parte de un profesional de la salud.
Acciones que se deben evitar cuando su hijo sufre una crisis o un arrebato
1. No hagas preguntas
Su hijo está en “lucha o huida” y el cerebro está concentrado en la supervivencia. El pensamiento racional no es posible en este estado. Las preguntas casi siempre intensifican aún más la respuesta de lucha o huida. ¡Esto es lo contrario de lo que estás buscando!
La mejor manera de comunicarse con su hijo es con instrucciones o declaraciones sencillas en un tono suave y tranquilizador. Por ejemplo:
“Me quedaré aquí contigo”.
«Vamos a alejarnos de este lugar lleno de gente».
«Copia mi respiración lenta».
2. No digas «cálmate»
Tu niño no poder cálmate sin tu ayuda.
Por lo tanto, la frase a menudo intensifica aún más la emoción, porque su hijo se sentirá frustrado por su sugerencia.
La próxima vez que las emociones de su hijo aumenten, pruebe algunas frases alternativas como:
- «Lo lamento.» (que las cosas son difíciles para ti)
- «Voy a ayudarte».
- «Sentémonos un minuto».
Encuentre algunas frases que funcionen para su hijo y guárdelas bajo la manga para usarlas en el futuro.
3. No utilices un lenguaje corporal amenazante
No se cuadre ni se acerque demasiado a la cara de su hijo.
Trate de no ser amenazador en su comportamiento.
Manténgase aproximadamente a un metro de distancia, suavice los hombros y relaje los músculos faciales. (Lo sé, ¡esto no es fácil!)
Intenta evitar a toda costa una lucha de poder.
Si las luchas de su hijo le provocan grandes emociones y no se siente en control, aléjese y busque un lugar seguro por unos momentos donde pueda autorregularse.
Respire lenta y profundamente algunas veces.
Las respiraciones deben penetrar profundamente en el diafragma y durar al menos 5 segundos hacia adentro y 5 segundos hacia afuera.
Esto activará su sistema nervioso parasimpático, también conocido como estado de “descanso y digestión”, cuando el cuerpo se siente tranquilo.
Por supuesto, si estás en un lugar público como el supermercado o el patio de la escuela, es mucho más difícil alejarte y tomarte unos momentos para ti mismo.
Durante una rabieta o una crisis pública, si hay otro adulto contigo que está bien regulado, entrégaselo mientras te ocupas de tus propias necesidades.
Si no:
- Trate de concentrarse en su hijo y no pensar en otras personas a su alrededor que puedan estar juzgándolo. Todos hemos estado allí. La mayoría de la gente simplemente siente empatía por ti.
- Concéntrese en contener a su hijo lo más rápido posible. Si puede trasladarlos a un espacio seguro que sea menos abrumador para ellos, hágalo. Si no, pruebe las siguientes estrategias:
- Utilice frases tranquilizadoras como: «Estoy aquí, está bien, estamos juntos». Repítelos de forma rítmica.
- Utilice el tacto si sabe que esto ayuda a su hijo a sentirse tranquilo, por ejemplo, un masaje en las manos o un abrazo firme.
- Con niños mayores, anímelos a respirar más lentamente. Reduzca su respiración y pídales que lo sigan.
4. No establezcas consecuencias en el momento
Una consecuencia es justa (si es proporcionada) si un niño ha infringido una regla familiar.
Pero espere hasta más tarde, cuando todos estén tranquilos, o correrá el riesgo de una escalada no deseada en lugar de una desescalada.
Recuerde que su hijo no puede racionalizar mientras sus emociones están en su punto máximo.
La respuesta de lucha o huida es decirles que peleen contigo o huyan.
5. No dar castigos
Las consecuencias y los castigos son no lo mismo.
Las consecuencias (por ejemplo, por abuso verbal o daño) no son vergonzosas y tienen como objetivo ayudar al niño a aprender/reflexionar.
Crisis emocionales de un niño de 6 años: estudio de caso: Jasper
Jasper es un niño de 6 años con una personalidad creativa y sensible. Le gusta pintar y construir mundos imaginativos con sus juguetes.
Sin embargo, su sensibilidad también lo hace propenso a sufrir crisis emocionales.
Los desencadenantes suelen incluir cambios bruscos de planes o sobreestimulación sensorial, como ruidos fuertes o luces brillantes.
Al reconocer las necesidades específicas de Jasper, sus padres decidieron implementar estrategias específicas.
El primer paso fue crear un “espacio seguro” emocional en casa, equipado con artículos reconfortantes, incluidos sus juguetes de peluche y una manta con peso.
Cuando ocurría una crisis, sus padres lo guiaban gentilmente a este espacio, permitiéndole sentirse más contenido emocionalmente sin necesidad de palabras o preguntas.
Sus padres también practicaban la corregulación. Antes de interactuar con Jasper durante una crisis, se tomaban un momento para centrarse.
Relajaron conscientemente los hombros, respiraron lentamente y se conectaron emocionalmente. Esto les ayudó a estar más presentes y ser más eficaces a la hora de ayudar a Jasper durante sus episodios.
El énfasis en la contención emocional sobre las preguntas u órdenes verbales, junto con las técnicas de autorregulación de los padres, marcó una diferencia significativa.
Con el tiempo, Jasper comenzó a comprender mejor sus emociones y cómo afrontarlas.
Sus padres también descubrieron que sus propios niveles de estrés disminuyeron a medida que se volvieron más hábiles para guiar a Jasper a través de sus crisis.
Fusión, autorregulación y corregulación
ya lo he mencionado autorregulación y corregulación. Ambos son vitales para prevenir y gestionar crisis y estallidos de forma eficaz.
Pero ¿qué son la autorregulación y la corregulación?
Me encanta este vídeo de ACF que explica los dos términos de forma sencilla. Este video es particularmente bueno si estás manejando crisis adolescentes.
Cómo lidiar con las crisis de hace 10 años: estudio de caso – Malik
Malik, un niño de 10 años apasionado por la ciencia y la tecnología, a menudo se siente abrumado por las interacciones sociales y las expectativas académicas. Este sentimiento abrumador conduce frecuentemente a crisis emocionales.
Las tradicionales frases tranquilizadoras o preguntas de sus padres parecieron exacerbar la situación.
Los padres de Malik decidieron probar una caja calmante. Se trata de pequeñas cajas portátiles llenas de diversos objetos, como pelotas antiestrés, auriculares con cancelación de ruido y fragancias relajantes.
Malik reunió los elementos de su caja tranquilizadora con la ayuda de su madre.
Cada vez que Malik sentía que se acercaba un colapso, podía tomar su caja calmante y usar diferentes objetos para calmarse. Esto le dio una salida no verbal para gestionar y contener sus emociones.
Sus padres también colaboraron con Malik para desarrollar una “palabra de seguridad”, una frase única que podría usar para señalar la necesidad de espacio o un descanso. Esto permitió a Malik tomar el control de su estado emocional y les dio a sus padres una idea inmediata de cómo se sentía.
La palabra de seguridad se convirtió en una forma no conflictiva de calmar situaciones que se intensificaban.
Los padres de Malik se dieron cuenta de la importancia de la autorregulación. Antes de intervenir, hacían una pausa para relajar los hombros y respirar profundamente. Esto les permitió ofrecer una presencia tranquilizadora a Malik, sin introducir estrés adicional.
Los resultados fueron alentadores. Los episodios de Malik disminuyeron tanto en frecuencia como en gravedad, y la caja tranquilizadora y la palabra de seguridad se convirtieron en recursos valiosos.
Cuide sus expectativas cuando su hijo tenga una crisis o un arrebato
Incluso el cerebro de los adolescentes mayores no está completamente desarrollado y su control de las emociones no es tan bueno como el de un adulto.
Esto mejorará con el tiempo y con su orientación.
A medida que el cerebro de su hijo madure, adquirirá la habilidad suficiente para calmarse sin ayuda, a menudo antes de que alcance el nivel de un arrebato o un colapso.
Puede leer más consejos aquí sobre cómo mantener la calma cuando su hijo sufre una crisis o un arrebato.
También puedes leer sobre el desarrollo cerebral de los niños en mi artículo: Comprender el desarrollo cerebral en los niños.
Crisis emocionales de niños de 8 años: estudio de caso – Lara
Lara es una niña autista de 8 años. Ella lucha por contener sus emociones cuando los acontecimientos…